Yo no huyo, no soy cobarde. Siempre estoy listo, nunca dejo esperar lo que quiero. Soy práctico, eso es lo que soy, no le debo nada a nadie, y si me tropiezo, me levanto y sigo adelante. A que le temo? A la soledad? Nada, antes me siento bien con ella… es más, me fastidian las personas, las personas las relaciono con basura. Odio la muchedumbre, prefiero estar solo. Desde hace tiempo vivo solo, y me he acostumbrado a mi espacio; por eso no aguantaría convivir con alguien, incluso me molesta mi familia, me molesta que lleguen sin avisar. Tengo la maleta lista, no necesito mucho para dejar todo atrás. Puedo estar y no estar... Ya no me interesa nada, ya el pasado no lo llevo conmigo.
Voy a la casa de Laura porque me lo pidió. No recuerdo bien cuanto tiempo llevamos con esta absurda relación . Ella es obsesiva, siempre dice que no la escucho… la verdad no me importa. A veces siento que no la conozco pero ella dice que me ama. No se para que me necesita, igual siempre terminamos en la cama; ella desfogando su ira contra mi y yo... cubriendo una necesidad básica. Si existe un sentimiento por parte de ella, no importa, es una ninfómana y eso es lo único que quiero de ella, Laura lo sabe... y si no es así, pues será dejarla. Son las diez de la noche, Laura me abre la puerta y su boca me recibe abierta de deseo sin dejarme pronunciar una palabra, igual no vine a hablar. Una maya negra cubre su cuerpo y el olor de su pelo la delata. El reloj da una vuelta entera, estoy despierto desde que la escuche vomitar en el baño, ojalá no sea nada raro. Debo irme antes de llegar tarde a clase y antes que se despierte su abuela.
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